Había una vez, en el país de los dignos, donde el lenguaje de signos se componía con las bolas, un gran líder feminista que se las follaba a todas. Lo suyo era evitar que las mujeres se convirtieran en juguetes de placeres, así que procuraba correrse en ellas de oficio, sin gusto ni beneficio, de manera desinteresada, altruista, bondadosa y siempre respetuosa. Ellas, en cambio, arreboladas, se sentían muy dignamente marcadas por tan tierno hierro alfa, y mostraban su divisa en las asambleas, donde al margen de peleas, cada …