En la vida hay seres como Sísifo, condenados a repetir una y otra vez la misma tarea estéril; quizá el trabajo de otros, para otros.
Los hay como los buitres que lo acechan, esperando sin concepto de paciencia (o bajo un nuevo concepto de la misma), donde algunos ya han logrado escarbar y vivir de las tripas de otros seres.
Y están los dioses, que observan fríos o dominan por costumbre. Lanzan rayos de inercia y su voz resuena con un eco tan potente como escurridizo. Si permanece, mancilla el alma para siempre, tanto la propia como ajena.
Por último, completando el cuadro, están los creadores, que objetivos hasta de su propio dolor representan y encajan la escena, relatando el error una y otra vez para que nunca olvidemos quiénes somos. Observan impotentes; aun el ser humano amarrado encuentra la posibilidad de actuar, de inventar... de seguir soñando este mundo que vivimos.