Los niños, algunos intrigados y otros obligados, estudiaban las muestras en los microscopios de la escuela. El profesor, con aire monótono y aburrido, explicaba la definición y cualidades del plancton. Johan, tan inquieto como intrépido, llevó la punta del bisturí hasta un pequeño poliqueto y lo aplastó sin miramientos.
Tan lejos como cerca de allí, en cuestión de segundos y de milenios, los habitantes del infinitesimal planeta Zuriuk se preguntaron qué había causado la catástrofe en su galaxia vecina. Tras estallar sin previo aviso en millones de supernovas, había desaparecido de su firmamento.
Johan observó los restos pegados al bisturí en el mismo momento en el que una ballena tribatlante engullía la Nube de Magallanes, Andrómeda, Omega, Orión y, por supuesto, la Vía Láctea.