El monje zen Pai Chang (720-814 d.c.) tenía tantos estudiantes que tuvo que abrir un segundo monasterio. Para nombrar a un maestro para que se encargase de éste, reunió a sus monjes y se presentó ante ellos con un jarrón, y preguntó:
-Sin decir que es un jarrón, decidme, ¿qué es esto?
El monje principal dijo: "No se puede decir que sea un trozo de madera"
Otro monje dijo: "No es el espacio vacío que hay dentro"
En ese momento el cocinero del monasterio apareció, derribó el jarrón con el pie y a continuación se fue.
Pai-Chang puso el nuevo monasterio a cargo del cocinero.
La pregunta capital de toda la historia de la Filosofía es "¿Qué es el ser?". Y milenios después, seguimos sin respuesta.
Los seres humanos nacemos y despertamos a la conciencia sin tener ni idea de por qué estamos aquí y qué es todo esto que nos rodea. Lo curioso es que morimos de la misma manera que hemos nacido, rodeados de una interrogación.
Parece ser que a los humanos nos incomoda no tener respuestas a lo que nos preguntamos, así que preferimos inventarnos historias que calmen esa inquietud antes que aceptar la duda de la existencia o nuestra incapacidad para comprenderla.
Es algo que yo llamo el "frontón creativo" y que funciona de manera muy simple: Un humano lanza una pregunta y en el frontón rebota una respuesta en forma de historia ficticia que satisface la curiosidad.
De esta forma preguntamos: ¿Qué cojº/!*# es todo esto? y cada vez que lanzamos la pregunta, el frontón nos da una respuesta diferente.
Todo esto es:
- Dios
- La naturaleza
- Los espíritus
- El Kaos de los griegos
- Una creación de uno o varios dioses que están fuera de esto
- Una creación de Quetzalcóatl, el dios del maíz
- La creación de Izanagi e Izanami con la lanza Ama-no-Nuboko japonesa
- La creación de Ymir, la vaca Audhumbla y Odín
- El Universo autocontenido
- Miles de trillones de multiversos
- Una fractura de simetría en el vacío cuántico
- El Tao
- La rueda del samsara
- Un valle de lágrimas
- Una ilusión creada por nuestra propia mente
- Nada
... y cualquier otra cosa que vaya surgiendo.
Cada época ha dado respuestas creativas a la profunda e imperiosa necesidad de saber qué cojº/!*# es esto. Los humanos se han agrupado en torno a diferentes respuestas y han creado países e imperios luchando contra otras creencias. Lo sagrado ha sido preservar la propia idea de la realidad y lo sacrílego aquello que la pone en entredicho.
El autor de este artículo no es tan osado como para pretender tan siquiera intentar responder a esta pregunta, pero hay otras preguntas que desde mi humilde punto de vista, pueden tener una respuesta más asequible.
¿Qué cojº/!*# es la vida?
La vida parece ser una propiedad emergente surgida de la capacidad de la materia inorgánica para formar estructuras estables aprovechando la energía en presencia de una fuente constante de energía como nuestro Sol. La explosión y choque de materia durante el tiempo geológico propició la aparición de moléculas capaces generar orden interior. La recombinación de unas moléculas con otras dio lugar a macromoléculas cada vez más estables.
La vida parece presentar un comportamiento fractal, pues este es idéntico a diferentes escalas. Las moléculas primigenias necesitaban energía para permanecer estables, y todos los seres vivos seguimos necesitándola.
Todos buscamos aferrarnos a una fuente de energía que nos proporcione la estabilidad necesaria para mantener la vida que llevamos dentro. Así, las crías sienten el impulso de estar con sus madres para asegurarse la energía que las mantiene con vida; los padres sienten el impulso de estar con las crías para asegurarse de que sus crías sobreviven. Y de esta forma, la vida continúa.
El ciclo nacimiento-crecimiento-reproducción-muerte no siempre ha existido. Los primeros organismos, como las amebas, eran inmortales si las condiciones del entorno no cambiaban. Pero como sí cambiaban, comenzaron a triunfar aquellos organismos que pasaban su información a otros nuevos seres que podían adaptarse de forma más flexible a una realidad cambiante.
La muerte es necesaria para que la vida, en forma de nuevas generaciones, se mantenga. Y es que precisamente esa es la única finalidad de la vida: su propia supervivencia.
¿Para qué cojº/!*# estamos aquí?
Nada es tan importante para la vida como sobrevivir. Para ello utiliza creaciones cada vez más sofisticadas como las células, las plantas y los animales. Cada ser, que no es más que una herramienta del sistema-vida, aprovecha la energía de su entorno y colabora o lucha contra otros seres que también intentan hacer lo mismo. Los seres más adaptados a la lucha o la colaboración sobreviven y los que no, se extinguen.
Cuando un ser humano estudia, trabaja, lucha, ama, roba o mata, obtiene energía de su entorno para hacer que la vida que está dentro de él, continúe en la siguiente generación. La recompensa que nos da la vida por ayudarla es el placer y el castigo por no seguir sus dictados es el dolor.
La vida ha sufrido grandes retos a lo largo de su historia, en forma de extinciones masivas: Glaciaciones, sequías, descensos y ascensos del nivel del mar, erupciones volcánicas masivas, terremotos, choques de asteroides... Nada ha podido con el simple y eficaz diseño de la persistencia de la vida: si se extinguen unas especies, otras toman el relevo.
Y es que la persistencia es la cualidad más notable de la vida.
Si falta el oxígeno, los seres anaerobios triunfan. Si hay mucho oxígeno, éstos se encapsulan dentro de células. Si hay un entorno de agua, calor y azufre, cangrejos y sérpulas toman el relevo. Si la presión aumenta, no hay problema: ahí están los seres abisales. Si hay radioactividad, los tardígrados y las cucarachas sabrán bien qué hacer.
Parece como si la vida hubiese probado todas las posibilidades y tuviese un plan B para perpetuarse aprovechando la energía disponible en cada momento.
Manda cojº/!*# !!!!!!