Por muchos años, dominó en filosofía una esperanza materialista en la capacidad de la ciencia de explicar reductivamente la conciencia, esto es, en que algún día seríamos capaces de dar una descripción reduccionista de la mente, en términos de procesos y elementos puramente físicos y mecánicos. El filósofo ateo Thomas Nagel en 1974 escribió un provocador artículo, "¿Cómo es ser un murciélago?", en el que defendía que la ciencia, si seguía anclada al proyecto naturalista reduccionista, sería incapaz de explicar la conciencia. 50 años después...