Podríamos imaginar a un pastor de lo que llamamos el neolítico. Llamémosle Ismael, por ejemplo. El lugar en realidad no importa demasiado. Podemos pensar que tuvo descendencia, digamos una hija, que se empareja con otro congénere y tienen a su vez descendencia. El abuelo, la hija, el yerno y los nietos, desde su punto de vista. Y, como es de suponer y dudo que eso lo hayan cambiado lo milenios, los abuelos siempre cuentan batallitas. También a los nietos cuando la generación de inmediato relevo ya se las conoce todas. Ésa …