No olvidemos que mientras que los templos de Luxor y del Partenón, hoy, carentes de sus sacerdotes, no son visitados sino por turistas, durante más de tres mil años para los primeros y casi mil para los segundos, estos santuarios atraían a muchedumbres de creyentes, tan sinceros y convencidos de su buena fe como quienes hoy rezan ante el muro de las lamentaciones, se reúnen en la plaza de San Pedro en Roma o se dirigen en peregrinación a la Meca
Alain Nadaud, Dieu est une fiction. Essai sur les origines litteraires de la croyence, editorial Serge Safran, 2014, p. 43.