Al enfrentarme a esta obra me las tuve que ver con un duelo de prejuicios. Por un lado, el libro me parecía, por las críticas y un rápido vistazo, una de esas chorradas sentimentaloides escritas para gente happy flower, con un punto de sensiblería, otro de ñoñería y muy poco rigor. Por otra, conocía al autor, y el tipo me parecía un tío estupendo, simpático, culto, amable, y gran conversador. Lo conocía personalmente y me había firmado el ejemplar, así que había que leerlo. Me …