Mientras el programa Apolo estaba en su pico de gloria, la Unión Soviética intentaba reorientar sus prioridades usando el programa de sondas automáticas. A pesar de que los programas tripulados 7K-L1 y N1-L3 todavía no se habían cancelado, la URSS decidió apostar fuerte por las sondas Ye-8 (Е-8 en cirílico) para poner sobre la superficie lunar los rovers Lunojod y las sondas de retorno de muestras Ye-8-5 y, posteriormente, Ye-8-5M.
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