El trevijanista afirma que se manchó las rodillas a propósito para no delatar lo que había sido un falso directo. Su excusa parece más creíble que otras y seguramente merece más el beneficio de la duda que la mayoría. No debemos olvidar que tenemos dirigiendo programas de información y tertulia a personajes que publicaban noticias burdas para perjudicar a partidos políticos. La ética periodística de Gisbert no es peor que la de Ferreras, y su piscinazo ha sido más real que el de Eduardo Inda en los pasillos de Cuatro.
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Y el Iker y toda la banda difundiéndolo en el canal Cuatro y todas las redes.
Es lo que uno de mis amigos llama: "Tiempo de encefalograma plano".
De paso todos los fantasmas y hormigas.