La boda era un rito de tránsito en el que la mujer dejaba su infancia y pasaba a ser matrona. Según fuentes jurídicas de la época, esto se producía a los 12 años. La niña se consideraba entonces viripotens (casadera o capaz de varón). En el derecho romano, la boda solo era legal si ella tenía esa edad; en el caso de los varones, 14 años. El hombre estaba preparado para el matrimonio cuando tenía capacidad para engendrar y la mujer lo estaba a partir del momento en el que podía, desde el punto de vista físico, mantener relaciones sexuales.