El ataque aéreo que mató al líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, sacudió la tierra cientos de metros en todas direcciones. A pocas cuadras de distancia, en el suburbio de Beirut conocido como el Dahieh, Mehdi Moussawi pensó que su propio edificio se derrumbaba. Desde su balcón, este taxista de 45 años y su esposa Zahraa -quienes pidieron que sus nombres fueran modificados para este artículo- veían cómo un espeso manto de humo y polvo envolvía todo a su alrededor. A lo lejos, oían llover escombros y, en lo alto, el zumbido familiar de un dron.