Algunos medios y periodistas andamos en pleno debate sobre qué hacer con nuestra presencia en la fosa séptica antes llamada Twitter [353 millones de usuarios activos en 2023, de los cuales 4,3 se encuentran en nuestro país]. En CTXT este debate es intenso. La postura mayoritaria entre compañeros, consejeros y amigos de la revista es que CTXT debería salir de ahí cuanto antes. Los argumentos que ponen sobre la mesa quienes defienden la salida no admiten demasiada discusión: X –o como quiera llamarlo el psicópata que se compró el juguete– es hoy
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etiquetas: x , dale , pocilga
Solo recordad:
yo cuando quiero dejar alguna aplicación o algo, no lo voy gritando por ahí, lo hago y punto. Estos buscan casito....
Insultos en el segundo párrafo... Una imagen de IA para vestir a cierto personaje como un nazi... Ajá... Voto irrelevante.
¡Que cierren X de una vez! El mundo sería menos histriónico.
Personalmente creo que es mejor debatir y responder. De hecho, me da la impresión de que la idea de que no hay que responder a las ideas de la derecha a menudo salen... de la derecha. Pero a veces también veo que debatiéndolas entramos, sin darnos cuenta, en su marco mental. Por ejemplo, como cuando debatimos si la inmigración es buena o mala, y en realidad el problema es si respetamos, o no, los derechos humanos.
Y ese odio además se lo premian entre ellos, por lo que muy raro es ver una respuesta cabal entre las primeras.
Han invertido un puto dineral en think-tanks que expandan sus ideas en todo el mundo. Tienen a su servicio la televisión y a la mayor parte de la prensa. Dominan las redes sociales, cuyos algoritmos les premian constantemente. Su mensaje es… » ver todo el comentario
No solo deberíamos quedarnos en Twitter sino que estamos tardando en entrar al grupo de Telegram de Alvise y espacios similares para denunciar todos y cada uno de los bulos que son difundidos desde esos oasis de tranquilidad ultraderechista en los que nadie molesta. Querer salir de Twitter, X o como quiera llamar a su juguete este hijo del apartheid,es no haber entendido que la batalla cultural que la ultraderecha plantea no se
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