"Por un lado, la sequedad del aire frío supone un desafío para la producción de sonidos sonoros, que requieren la vibración de las cuerdas vocales. Por otro lado, el aire caliente tiende a limitar los sonidos sordos absorbiendo su energía de alta frecuencia", explica el lingüista Soren Wichmann, de la Universidad de Kiel, Alemania.
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