Tenía por entonces 18 años, de modo que se le aplica una pena ajustada al régimen para menores de edad. No había cargos contra la nonagenaria por su implicación directa en esas muertes, sino por su trabajo como secretaria en un campo de concentración ubicado en la región polaca de Gdansk. La condena es más bien simbólica, puesto que no implica el ingreso en prisión de la procesada. Aunque hubiera recibido una pena mayor, tampoco se habría ejecutado debido a su edad. "El asesinato no prescribe", recordó la sentencia.
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