En un mundo donde el contenido se sirve con la misma rapidez que se dispara un arma de fuego en EEUU, llega la segunda temporada de El juego del calamar, una serie sobre estimada que, al parecer, se ha convertido en sinónimo de intriga, crítica social y, por supuesto, explícita tortura visual para aquellos que buscan profundidad narrativa. Desde luego, el título ya es una advertencia: El juego del calamar, un título misterioso que en España no tiene sentido alguno, y lo más grave es que su incoherencia no se limita al nombre.