A finales de los 90, una comedia británica servía de resumen del legado que había sido esa década. Adultos "infantiliados", artistas fracasados, carreras de humanidades que valen para acabar en restaurantes y, sobre todo, un problema extremo de vivienda. Spaced trataba sobre un grupo de jóvenes que compartían habitaciones en la vivienda de una divorciada alcohólica, introducía en cada capítulo un homenaje al cine de ciencia ficción, terror, fantasía y acción, y era un verdadero desparrame
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Simon Peg (trilogia del corneto) y Bill Bailey (Black Books, la mejor serie de la historia) juntos. Una pena que solo fueran unos pocos episodios, pero el resto son muy buenos igualmente.
Si no la habeis visto, ya estais tardando.