Repetir en nuestra mente una conversación que hemos tenido con alguien, ya sean algunas frases, expresiones o, incluso, una sola palabra, es un hábito mucho más común de lo que parece. Reproducir un diálogo sin parar en la cabeza es, en realidad, una interpretación del tema y, por lo tanto, no es fiel al cien por cien de la realidad.
Cuando existe un alto nivel de preocupación que no se sabe gestionar adecuadamente, aparece la rumia mental, que consiste en no dejar de pensar y reproducir de forma automática ciertas frases o acontecimientos.