“Las desterradas hijas de Eva” también llamadas “caídas” o “rojas”, encerradas en cárceles y reformatorios para ser salvadas de caer en el pecado. El franquismo las condenó a encierros eternos, vejaciones y todo tipo de malos tratos. Monjas Trinitarias, Oblatas, Adoratrices y de las Cruzadas Evangélicas que dependían de la institución Patronato de Protección a la Mujer. A él se llegaba a través de redadas callejeras, denuncias de familiares, de curas del barrio o de vecinos. Entrar era sencillo. Salir, misión imposible.
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