El demandante de este primer juicio es un empresario asturiano de la construcción. Un banco se puso en contacto con él en el año 2008 para ofrecerle una línea de crédito de 100.000 euros. El empresario aceptó entonces «porque la operación no tenía gastos y podía tener el dinero ahí disponible por si lo necesitaba algún día, aunque no llegué a tocarlo nunca».
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