Dicen los estadounidenses que si algo camina como un pato, grazna como un pato y nada como un pato, seguramente es un pato. Por mucho que Boris Johnson se empeñe en vestir con un velo de normalidad constitucional su decisión de poner fin al actual periodo de sesiones del Parlamento británico, todo lo que rodea a esta maniobra política desprende un aroma conspiratorio y se ajusta a aquella afortunada expresión que el escritor y diputado laborista Chris Mullin utilizó para dar título a su famosa novela: "Un golpe muy británico".
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