Un lugar llamado Fort Sill, en Oklahoma, se ha convertido en un extraordinario cruce de caminos de la historia. En realidad es un cruce extraño porque más bien es un final, en el que todas las sendas conducen al mismo punto: la intolerancia, el racismo y el abuso de poder. El gulag americano, según la denominación que algunos le han dado. Mas breve, pero no menos brutal, añaden.
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