[c&p] Ahora que, con la excusa de la crisis económica internacional, se están resucitando proyectos de gobierno y legislación supranacionales e incluso internacionales, conviene recordar por qué ni siquiera el más antiguo y prestigioso de ellos, la Declaración Universal de los Derechos Humanos, puede cumplirse. Veremos que en la misma crítica está la solución: el criterio de la eficiencia.
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