De acuerdo con una investigación publicada en tiempo reciente por la revista Science, los ratones pueden sentir tanto el miedo o el dolor de un compañero, como la desaparición de la sensación dolorosa, tras una breve interacción social. Al parecer, la experiencia ajena modifica los circuitos neuronales del observador. En concreto, la corteza cingulada anterior, la región cerebral que desempeña un papel clave en la capacidad para percibir las emociones de los demás. Es decir, la empatía.
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Ya me voy.