Me casé hace cinco años, con 27, pero sigo viviendo con mis padres. Mi pareja y yo tenemos trabajo fijo y cobramos por encima del salario mínimo, pero aun así no podemos acceder a una vivienda. Hemos logrado muchas cosas, pero somos incapaces de encontrar una vivienda asequible. La inestabilidad económica, las sucesivas crisis y la insuficiente acción política para paliar las consecuencias nos obliga a nosotros y a muchos otros jóvenes a elegir entre apoyar la economía familiar o independizarnos.
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