La elección de llevar un esmoquin, en lugar de un blazer o una blusa, hizo que Trump pareciera más un mago freelance que una servidora pública. No es sorprendente que una mujer que vivió en un ático cubierto de oro, cuya fama está tan ligada a un imperio de telerrealidad, se niegue a abandonar el dramatismo, incluso frente a 248 años de tradición.
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Principalmente me hizo mucha gracia la comparación de Melania con un mago de pacotilla, mis dieces.
Pero básicamente, aunque insustancial, la elección del estilo de la imagen, que contrasta con las imágenes tradicionales en este tipo de retratos, propone un mensaje rupturista, que es también el mensaje de fondo que quiere lanzar el tipo de peluca rubia.
El diablo está en los detalles.