La fiesta de Flora -divinidad de origen plebeyo- era, ruidosa, con abundante comida y bebida, en la que el pueblo participante, la turba Floralis se entregaba a juegos licenciosos, a simulacros de uniones sexuales. En tiempos de Heliogábalo los actos de sexualidad eran reales, este emperador dispuso que en las funciones mímicas los adulterios se consumasen realmente, y no de forma simulada como solía hacerse. Desconocemos el acto de desnudar a las mimas era un juego obsceno o ceremonia, pero seguro era un buen aliciente para acudir al teatro.