Vivimos intentando satisfacer a este falso ídolo social, buscando prestigio, fama, estatus, dinero y un cuerpo que cumpla con los estándares sociales, creyendo que esto nos traerá una felicidad duradera. Los sacramentos, la comunión, la contemplación de la naturaleza, el arte y las imágenes divinas, que requerían ascetismo y purificación mental, son reemplazados por eventos políticos, deportivos, causas sociales y entretenimiento.