A finales de los años noventa, tuve el honor de recuperar la figura completamente olvidada de la escritora catalana Ana María Martínez Sagi (1907-2000), a quien llegué a tratar personalmente, cuando ya era nonagenaria. Su testimonio, puesto ya el pie en el estribo, me sirvió para escribir una obra titulada Las esquinas del aire, que se publicaría un par de meses después de su muerte. De este modo, aquella mujer de plurales talentos (poeta, periodista, deportista, pionera del feminismo…), pudo ser conocida.