Hoy, estos pozos que todavía están repletos de petróleo están quietos y silenciosos, por la existencia de leyes que prohíben horadar nuestro territorio para buscar el oro negro, gas natural, o cualquier otra fuente energética fósil. Rodeados de molinos de viento, estos pozos oxidados y abandonados quedan como museo al aire libre, contándonos una historia de lo que pudo ser y no ser, en una comarca despoblada y que vivió toda esta historia como un espejismo.
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