Hay pocas personas tan valientes como Alberto Catalá. Personas dispuestas a dar la cara para contar su historia y visibilizar una realidad que está ahí fuera y que algunos se niegan a ver o que ni siquiera se plantean. Después de 40 años casado, con una hija y una nieta, Alberto ha dado el paso de quitarse todas las mochilas que llevaba a cuestas y se ha liberado. «Ha sido un trabajo interior muy difícil, pero ahora sé quién soy y no me cambio por nadie»
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