Estimado señor Pérez-Reverte, Me permito escribirle porque, verá, yo fui como Rufián, uno de esos niños a los que le pegaban en clase o temían que le pegaran cuando era pequeño. Cursé EGB en un colegio problemático del sur de Andalucía con un alto porcentaje de fracaso escolar y gran parte del alumnado viviendo, cuando no directamente excluidos de la sociedad, al borde de la marginalidad. Como bien sabrá, la infancia es el escenario donde se define nuestra personalidad, fijamos nuestros modelos de conducta y patrones de comportamiento.
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