Millares de cráneos, encajados como un tangram óseo ayudándose de fémures y omóplatos, forran las paredes de la capilla de Ánimas. En la hipnótica llanura de la Tierra de Campos solo unas modestas tachuelas orográficas se atreven a romper la monotonía del infinito sin resaltes: son los Montes Torozos. En esa comarca vallisoletana se enclava un pequeño pueblo que tiene el título de ser la única localidad española cuyo nombre comienza por w.
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