Si el año pasado fue el Eyjafjalla, esta vez le ha tocado el turno al Grimsvötn: cientos de vuelos cancelados por miedo a la nube de cenizas. Los consumidores afectados no deben olvidar sus derechos y que pueden reclamar. Al igual que el año pasado, surge la duda: ¿se podría haber volado o la precaución ha sido exagerada?
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