"Quienes seguís habitualmente La Lengua sabéis que no suelo quejarme de mis alumnos. Lo cierto es que más bien los compadezco: estudian en unas circunstancias bastante lamentables, que no son responsabilidad de nadie y de todos. Unos padres despreocupados, una sociedad que no valora la educación –en todos los amplios sentidos de la palabra–, unos profesores que a menudo no realizan su trabajo con profesionalidad, una administración que trabaja día a día por que los ciudadanos sean cada vez más incultos, un sistema económico que (...)"
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