Ocurrió en la primera noche de viaje hacia la Luna, una vez pasados los el cinturones de Van Allen. Cerramos las ventanillas y apagamos las luces y Mike Collins se quedó a la escucha mientras Neil [Armstrong] y yo nos quedábamos abajo. De repente vi un fogonazo, y después otro. Y antes de que pudiera moverme para comprobar qué era, se había ido. Puede que fuera un reflejo. Me quedé así hasta que decidí ir a dormir. Así que al día siguiente pregunté a los dos compañeros: Chicos, ¿visteis algo curioso la última noche, algo así como fogonazos...
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