Al entomólogo retirado y antiguo profesor de Ciencias Biológicas de la Universidad del Estado de Florida, Walter Tschinkel le interesaba conocer a fondo los hábitats creados por las hormigas, "unos de los arquitectos más grandes de la naturaleza", según sus palabras. Para ello ideó este ingenioso (aunque cruel) método: realizar un vaciado de aluminio fundido en el hormiguero. Una vez cuidadosamente desenterrado, se pueden observar las estructuras, que llegan a medir más de 3,66 metros y a albergar entre 9.000 y 10.000 trabajadoras.
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