De tanto decirlo, eso de "jugar a ser Dioses" se convirtió en una frase hecha. Una idea descafeinada que quedaba bien para levantar suspicacias, picar curiosidades y escribir guiones de películas de ciencia ficción para emitir por televisión los sábados por la tarde. Pero, entonces, llegó CRISPR, una herramienta de edición genética realmente revolucionaria, y lo cambió todo.
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