Los jóvenes no compran coches. Ni siquiera usados. Y tras esa decisión está, sobre todo, su situación laboral, que les lleva a posponer la materialización de la compra, incluso cuando se trata de coches de precios bajos. Así, con frecuencia y como alternativa a disponer de coche propio, crece el uso de servicios de movilidad.
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