Angelines tiene 89 años. Y una memoria de cojones. Durante muchos años, cuando sus nietos la preguntaban donde estaba enterrado el abuelo Antonio, ella se llevaba las manos al pecho y contestaba: “Aquí, aquí dentro”. Y les hablaba de sus ojos de un verde imposible, aquellos que la conquistaron mientras no dejaban de observarla desde todas las esquinas del pueblo, aquellos que la miraron, haciéndola temblar de pies a cabeza cuando la pidió que se casarán y la regalo una figurita de la Virgen de Montebajo que había tallado para ella...
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