Con su tasa de natalidad por los suelos desde hace años y sin visos de que su pirámide poblacional vaya a revertirse a corto plazo, en Taipéi contemplan con preocupación su amplia oferta de escuelas, institutos y facultades. El dilema es muy sencillo: sin niños, de poco sirven sus aulas. Al igual que ocurre en Japón, ya hay centros que están echando el cierre. Y todo indica que lo harán muchos más en el futuro.
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