El trabajo infantil en tareas agrícolas está tolerado al amparo de viejas leyes diseñadas para las pequeñas granjas familiares. Cuenta también con el apoyo y la presión de un sector, el agrícola, al que le cuesta conseguir mano de obra barata y que desde hace décadas se nutre de jornaleros estacionales y de inmigrantes ilegales que a menudo acuden con sus hijos a los sembrados. Es una forma de esclavitud moderna porque no ganan suficiente para vivir y casi todo lo que ganan lo gastan en pagar a quien los contrató por transporte, comida y techo
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