Mourinho entró al vestuario elevando la voz. ¡Siempre lo mismo!, repetía tras la derrota ante el Barça (0-2) el miércoles. ¡Siempre lo mismo!. Los jugadores lo observaron como quien asiste a un fenómeno rutinario. Los más próximos le dieron la razón entre sonoras lamentaciones. Los más alejados siguieron a los suyo, duchándose o vistiéndose. ¡Ahora cuando salgáis tenéis que decirlo!...
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