Cuando murió mi padre, muchos amigos me llamaron por teléfono, pero otros muchos me enviaron un wasap de pésame. ¡Un wasap! Si en el peor momento de mi vida no pueden coger el teléfono y hacer una llamada, ¿entonces cuándo? ¿Cuándo una ocasión merecerá el esfuerzo de llamar y transmitir de viva voz lo que uno tiene que decir? ¿O acaso no hay nada que decir?
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