No importa en qué dirección derive, un autoritarismo creciente siempre debería alarmar a las personas de pensamiento libre. Aquellos que están tan convencidos de su absoluta superioridad moral y su indudable rectitud, se creen con derecho a usar la violencia y la intimidación para impulsar su agenda política, no son aquellos a quienes deberíamos dar más poder. Sus ventanas de pensamiento aceptable inevitablemente cambiarán y se reducirán inevitablemente.
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