Hace cosa de una semana los titulares volvieron a dar una noticia que sonaba a déjà vu. Una emprendedora, Faigy Mayer, había saltado desde la terraza de un edificio de más de 20 pisos. Tenía 30 años y una startup de desarrollo de apps. Y aunque como siempre se buscaron razones externas para el suicidio (en este caso, su salida de la comunidad judía ultra-ortodoxa en la que creció), fueron también muchos los que apuntaron que no es la primera emprendedora tecnológica que decide acabar con su vida.
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