En medio de la planicie se alza un brillante cohete plateado que parece sacado de una película de ciencia ficción de serie B de los años 50. La imagen es espectacular y chocante, porque todo el mundo sabe que los cohetes de verdad, los que llevan gente, no tienen ese aspecto. Pero no, no se trata de una broma, ni de una maqueta. Es un cohete de verdad, aunque carezca de capacidad para alcanzar la órbita. Se trata del prototipo de la nave Starship de SpaceX destinado a practicar el aterrizaje vertical del futuro vehículo.
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