El llanto de un bebé es el único recurso que tiene el niño en sus primeros años de vida para manifestar su estado de ánimo y necesidades vitales. Cuando la causa permanece desconocida, y el llanto no cesa, los padres o cuidadores a cargo del niño, desesperados, pueden reaccionar bruscamente y zarandear al bebé. La sacudida violenta de la cabeza del niño pequeño provoca daño cerebral y, en consecuencia, el cese del llanto.
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