A Dalí, amante de la putrefacción, le impresionó El asco, un artículo de Aurel Kolnai aparecido en 1929 en Revista de Occidente que se ocupaba de los “sentimientos de repulsa” mediante los sentidos del olfato, de la vista y del tacto. Del asco también se ocupó Darwin: “Una mancha de sopa en la barba nos hace sentir asco, aunque, por supuesto, en sí misma no nos de asco”. Lo pringoso, lo mugriento, lo viscoso, lo pegajoso serían modismos.
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