Harto de que su padre le hablara siempre de los “buenos tiempos”, el chaval convenció a su progenitor a visitar el museo de criaturas hispanas extintas. El padre no parecía muy contento, porque sabía que aquello iba a removerle por dentro, pero terminó por aceptar. Pagó dos billetes y comenzó desganado a recorrer el circuito. via: @blogsculturales
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